Carajicomedia de Juan Goytisolo:
Nada impide que un eclesiástico español del siglo XVI se encarne para seguir hablando -y escribiendo- a principios del año 2000.Que sea su aspecto elegante y mundano sorprenderá sobre todo a sus amigos, poetas que admiran su traducción de Kavafis y la precisión políglota de un hombre que domina el inglés y el arameo con la misma facilidad.
Entre Jaime Gil de Biedma, Juan Goytisolo, Severo Sarduy, María Zambrano, Gustavo Durán y los hombres de letras que vivieron entre Barcelona y París, el buen père de Trennes es, efectivamente, un sacerdote, un hombre de fe, un obediente y eficaz miembro de la orden, cuyas andanzas no perderán de vista.
Pero ¿a qué se dedica el buen padre? A coleccionar santos, santos del Magreb. Recios varones cuya devoción él debe avivar y encumbrar, conforme a las máximas piadosas que ha recibido.
Lo descubrirá el lector leyendo su manuscrito, el introito, el asunto de las secretas moradas, las consecuencias de un grito, la pista de las transmigraciones de Fray Bugeo, los consejos y varapalos que todos reciben y, sorprendentemente, el encontronazo final.
El talento narrativo de Juan Goytisolo ha sabido resolver con lucidez y maestría estilística una de las más severas y trascendentes parodias de nuestro tiempo. El humor es implacable, pero la cordura cínica siempre va más allá. Y no deja títere con cabeza, ni santo con corona.
LO QUE DICEN LOS DEL OPUS.... (mayor publicidad y ganas de leerlo ;-)
La novela presenta a Fray Bugeo Montesino, un fraile del siglo XVI, que se ha ido reencarnando a lo largo del tiempo. En la actualidad toma la forma del pére de Trennes, un sacerdote de la Obra, cuarentón, vestido de ejecutivo, políglota y traductor de Kavafis. Es nada menos que un sacerdote de rito oriental, que ha recibido el encargo papal de llevar a la Virgen de Fátima a Rusia. Realiza múltiples viajes: a la Cuba de Fidel, al Magreb, y vive entre París, Roma y Barcelona, donde conoce y trata al poeta Jaime Gil de Biedma y al propio Juan Goytisolo.
Con semejante planteamiento se comprende desde el principio el carácter de burla total de todo el texto. Goytisolo deja claro su propósito blasfemo y ridiculizante de la religión, del lenguaje ascético y del fundador de la Obra y de sus miembros. La perversión llega hasta el extremo de presentar al protagonista como feroz homosexual, que procura la "santidad" de sus víctimas mediante la seducción.
En el texto abundan las citas de puntos de Camino, alguna canción de Casa, otras citas fruto de calumnias a nuestro Padre. La tergiversación resulta de lo más repugnante: los consejos de nuestro Padre se interpretan en clave sexual. Cualquier palabra que signifique algún concepto básico de la fe cristiana -como "orar", "santidad", "preces", "imitación de Cristo"- tiene su correlato sexual. Ni siquiera en las pretendidas discusiones entre el pére de Trennes y sus interlocutores se logra superar ese nível argumentativo puramente animal: se suceden las aventuras homosexuales, las situaciones ridículas, con interpolaciones chuscas: una aparición de nuestro Padre en pleno centro de Madríd, una carta de rectificación de un miembro de la Obra, una discusión entre Marcelino Menéndez Pelayo y el escritor José María Blanco White...
El resultado es una novela sin pies ni cabeza, extrañamente aupada por el pretendido prestigio del autor, rechazable por completo, sin ningún valor literario, gratuitamente ofensiva por alguien que se declara devoto musulmán...